EL CARRAO
El primero, ósea
"Carrao", era un hombre de esos llaneros que nunca conocen el miedo y
sienten placer desafiando el peligro; hombre resuelto, amigo de los caminos en
las noches oscuras, gran baquiano (experto) de la llanura y extraordinario
jinete, ningún caballo había logrado quitárselo de los lomos por muy bravo que
fuera, como nunca un toro bravo había logrado tocarlo con sus cuernos. El
Carrao era feliz andando en plenas tormentas nocturnas, no le importaba que su
caballo fuera salvaje, más hombre se sentía, era tanta la confianza que se
tenía que sabía que nunca se caería de un caballo, pues sus piernas habían
nacido para domar caballos fieros.
Mayalito, su inseparable compañero y amigo, por el
contrario era su polo opuesto; un hombre aplomado, juicioso y talentoso en
todos sus aspectos, fiel sabedor de que con la naturaleza llanera no se puede
jugar demasiado por que es severa, claro que sin dejar eso así, de ser un
hombre de gran coraje como todo buen llanero. Ese era Mayalito, el que hizo un
inventario de advertencias a su compañero, las cuales nunca fueron atendidas ni
obedecidas, pues la rebeldía y el coraje del Carrao constituían un patrimonio
muy suyo, del cual no era fácil olvidarse de buenas a primeras porque con esas
características había nacido.
Una tarde, cuando el sol palidecía y la noche
comenzaba a imponer su color sobre la llanura, se advertía en el horizonte
cercano una horrible tempestad que hacía pensar que la noche iba a ser
tormentosa, se fue al mangón y amarró el caballo que estaba trochando, lo trajo
al corral, lo ensilló y le pegó la margalla, cagalerióla soga y montándose en
el brioso caballo se despidió de Mayalito. Abrió la puerta de trancas del
corral y en medio de candelosos rayos se fue alejando en la oscuridad de la
sabana, esta vez... para nunca regresar.
"Mayalito", al ver que su amigo y compañero
no regresó, se dio la tarea de buscarlo en todas las noches oscuras por los
distintos rumbos de las comunales sabanas, especialmente por las partes que
sabía que al "Carrao" le gustaba frecuentar.
Fueron muchas las noches que Mayalito anduvo gritando
incesantemente a su compañero "Carrao", "Carraooo",
escuchando solo la respuesta producida por el eco de su voz. Una noche,
Mayalito acortaba una travesía en medio de una tormenta de rayos, a la luz de
un relámpago vió que algo brillo a los pies de su caballo, se apeó e
inspeccionó el objeto, se sorprendió cuando lo identificó pues se trataba de
las zapatas del freno metálico del apero de "Carrao", las alzó y las
llevó consigo.
Desde entonces puso énfasis en la búsqueda de su
compañero, pensó que algo le había ocurrido y que no estaría muy lejos de allí;
continuó su tarea noche tras noche, hasta que Mayalito tampoco regresó nunca
más al hogar, se lo tragó la sabana junto con Carrao. Mayalito se convirtió en
un ave que vuela en las noches oscuras produciendo un canto: Carraoooo,
carraooo.
A esta ave se le conoce en el llano con el nombre de
Carrao.
Fuente: Angélica
García - Colombia País Maravilloso