lunes, 29 de julio de 2013

El lobisome



El lobisome
 
Los versos anteriores, que oí cantar una vez en la provincia de Río Grande del Sur a un paisano, en un baile, me llamaron fuertemente la atención, sobre todo la palabra "lobisome", cuyo significado traté de averiguar. Mucha extrañeza causó mi pregunta sobre una cosa tan sabida por allí, y a fuerza de instancia, conseguí se me diera la siguiente explicación:

El ser lobisome es condición fatal del séptimo hijo varón seguido, y si es la séptima hija mujer seguida, será, en vez, bruja.
El lobisome es la metamorfosis que sufre el varón en un animal parecido al perro y al cerdo, con grandes orejas que le tapan la cara, y con las que produce un ruido especial. Su color varía en bayo o negro, según sea el individuo, blanco o negro.
Todos los viernes, a las 12 de la noche, que es cuando se produce esa transformación, sale el lobisome para dirigirse a los estercoleros y gallineros donde come excrementos de toda clase, que constituyen su principal alimento, como también las criaturas aún no bautizadas.
En estas correrías sostiene formidables combates con los perros, que, a pesar de su destreza, nunca pueden hacerle nada, pues el lobisome los aterroriza con el ruido producido con sus grandes orejas.
Si alguno de noche encontrase al lobisome, y sin conocerlo lo hiriese, inmediatamente cesaría el encanto y recobraría su forma primitiva de hombre manifestándole, en medio de las más vivas protestas, su profunda gratitud por haber hecho desaparecer la fatalidad que pesaba sobre él.
La gratitud del lobisome redimido es, sin embargo, de las más funestas consecuencias, pues tratará de exterminar, por todos los medios posibles, a su bienhechor. De modo que lo mejor, cuando se le encuentra, es matarlo sin expornerse a esas desagradables gratitudes.
El individuo que es lobisome, por lo general, es delgado, alto, de mal color y enfermo del estómago, pues dicen que, dada su alimentación, es consiguiente esta afección, y todos los sábados tiene que guardar cama forzosamente, como resultado de las aventuras de la noche pasada.
Esta creencia está arraigada entre algunas de esas gentes que no sólo aseguran haber visto, sino que también, con gran misterio, señalan al individuo sindicado de lobisome, mostrándolo con recelo, y hacen de ese hombre una especie de paria.

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