Pedagogo y escritor venezolano, nacido en Caracas en 1771 y fallecido en Amotape, Perú, en 1854. Maestro de Simón Bolívar, sus inquietudes e ideas reformadoras influyeron poderosamente en la formación de El Libertador, según él mismo reconoció.
Simón
Rodríguez se llamaba realmente Simón Carreño Rodríguez, pero prescindió del
primer apellido a raíz de una desavenencia con su hermano Cayetano, músico de
profesión. Por sus actividades conspiradoras, tuvo que emigrar en 1794 y cambió
su nombre (Samuel Róbinson). La teatralidad de su existencia contrasta con su
sentido estricto de la honestidad y la trascendencia renovadora de sus ideas
pedagógicas y sociales.
Tuvo
a su cuidado la educación del niño Simón Bolívar hasta los catorce años, y en
1804, cuando el maestro se encontraba en Viena, se le presentó el discípulo,
que lo acompañó por Europa. Se dice que desde el Monte Sacro, en Roma, Simón
Rodríguez hizo jurar a su discípulo que dedicaría su vida a luchar por la
independencia de su patria. Sea ello cierto o no, forma parte de la teatralidad
ritual que tanto influyó en el alma de Bolívar.
Después del triunfo de El
Libertador, Simón Rodríguez fue director e inspector general de Instrucción
Pública y Beneficencia, y organizó escuelas, pero su inquietud y su carácter no
lo dejaron nunca asentar, mal que se agravó tras la muerte de Bolívar, cuando
el maestro fue rodando hasta su avanzada ancianidad por Chile, Ecuador,
Colombia y Perú, donde murió.
Pedagogo
influido por Rousseau y Saint-Simon, Sinón Rodríguez fue un reformador
intuitivo. Dejó un legado de trabajos sueltos, de menor importancia que su
personalidad, entre los que merecen citarse El Libertador del Mediodía de América y sus
compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social; El
suelo y sus habitantes; Extracto sucinto sobre la educación
republicana; Consejos de amigo dados al Colegio de
Latacunga y Crítica
de las providencias del gobierno.
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